lunes, 19 de mayo de 2014

Les casadielles de mi güela


Cada vez que hago casadielles en casa, no puedo evitar recordar cuando era pequeña y veía a mi abuela hacerlas. Ahora la pobre ni se reconoce en el espejo, pero fue la matriarca de la familia y aunque mi abuelo era un hombre de carácter, en casa de mi abuela, de una manera o de otra, siempre se hacía lo que ella quería.

Aunque son típicas de carnaval, ella las preparaba sobretodo en Navidad, y hacia cantidades industriales, porque a todos les gustaban mucho, y siempre regalaba, así que con lo de dos docenas por aquí y otras dos por allá, preparaba fácilmente dos o tres kilos de masa.

Ella era la que enrollaba y freía básicamente, porque para las labores menos agradables, cuando podía delegaba. Recuerdo a mi abuelo en el sofá viendo "el parte" y picando nueces en una mesa pequeña. El problema de delegar antes de comer o cenar es que picaba tres y comía dos, pero entraba dentro de lo previsto.

Para el relleno estaba yo, la pinche, que a todo esto, no sé cómo no me emborraché nunca, porque me comía el relleno a cucharadas en cuanto se daba la vuelta.

Pienso que esto es lo más bonito de la cocina, ponerte a preparar un plato y que de repente te lleve a ese momento en el que tenías 7 años y lo hacías con tu abuela.



En cuanto a las cantidades de cada ingrediente, ya sabéis lo que es cocinar con una madre o una abuela y sus sistemas de medida tan poco... ortodoxos, ya sabéis, tazas, pizcas, pellizcos, puñados y demás, por no hablar de cuando te responden, no sé, pues lo que te pida la masa. En fin, después de hacerlas varias veces, ya conseguí ajustar la receta, así que ahí van los ingredientes.

Ingredientes.

Para el relleno
225 g de nueces
140 g de azúcar
60 ml de anís

Para la masa
50 ml de aceite de oliva
50 ml de agua
50 ml de vino blanco
1 cucharada de azúcar
1/2 cucharadita de sal
1 huevo
70 g de mantequilla
Harina unos 500g (debe ser la suficiente hasta obtener una masa elástica, que no se pegue a la encimera)


Empezamos picando las nueces. Yo siempre las compro con cáscara y las pico, porque me saben más ricas que las que ya vienen peladas. Podéis usar el robot de cocina para picarlas, pero a mi me gusta que queden trozos grandes y las troceo con el rodillo. Mi abuela usaba una botella vacía, ya sabéis que las abuelas son personas de recursos.


Una vez picadas, las ponemos en un cuenco con el azúcar, mezclamos bien y luego añadimos el anís, que queden bien empapaditas ;D


Para la masa no hay más que mezclar los ingredientes, veis que es una masa bastante aceitosa y muy elástica. Se puede dejar reposar un poco en la nevera bien cubierta con film para que no se reseque, pero yo las hago directamente.


Empieza la acción. Yo tengo preparada una bandeja con harina espolvoreada para ir colocando las que voy haciendo. Cuando más fina sea la masa, más crujiente será una vez frita, pero más fácil será también que se rompa y salga todo el relleno fuera . Con lo cual, lo dejo a vuestra elección según la destreza de cada uno. Pero intentad no dejarlas muy gruesas.


Se estira, se pone una cucharada de relleno, y como sí fuera una empanadilla. Se presiona un poco y   se enrolla.
Una vez están preparadas, ponemos el aceite a calentar, que sea abundante y esté bien caliente. Las hacemos por un lado, les damos la vuelta para hacerlas por el otro y las pasamos a un plato donde las espolvoreamos con azúcar.


Aquí os pongo una foto de mi abuela en sus años mozos. Y estas casadiellas, en honor a mis abuelas y todas las abuelas del mundo. Esas mujeres, que nos quieren como madres, que son cómplices, amigas, que nos miman, que trabajaron desde niñas y que nos transmiten una forma distinta de ver la vida. Sólo se puede decir GRACIAS!!



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